Gaza ha sido, con diferencia, la peor crisis humanitaria a la que he respondido jamás". Son palabras de Laura Jones, galesa de nacimiento, responsable mundial de Salud y Bienestar de Save the Children, fundadora de Almas Libres -asociación con sede en Barcelona con el objetivo de educar y empoderar a las niñas a través del deporte urbano, la cultura y la tecnología- y parte del Grupo de Equipos Médicos de Emergencia (EMT) de la Organización Mundial de la Salud.
El pasado mes de abril viajó a Gaza como miembro de un equipo médico especializado, para proporcionar atención en Khan Yunis y ayudar en evacuaciones médicas tras haber respondido a una invitación de dicho grupo de la OMS, convirtiéndose así en la primera mujer en apoyar este tipo de misiones.
Muerte y devastación
A lo largo de su carrera, Jones ha viajado a lugares en crisis como Nepal en 2015 tras el terremoto que sufrió el país, el brote de ébola en Uganda en 2019 y el conflicto rohingya en 2017. Sin embargo, señala que lo vivido durante el pasado mes de abril en Gaza la rompió a pesar de haber intentado "gestionar" sus expectativas, y "el número de muertos fue significativamente mayor de lo previsto". Muerte diaria "de niños y familias enteras", pero también "devastación e impacto en la salud mental". Todo ello ha dejado en su alma, subraya, "una huella imborrable".
Situaciones desgarradoras que le traen el recuerdo de familias que se separan sabiendo que nunca volverán a encontrarse, de juguetes rotos y llenos de polvo como único equipaje en la mochila de un niño, de tensión en el rostro a la hora de pasar por los puestos de control del Ejército israelí. También llegan a su mente, no obstante, recuerdos de un 'shukran' (gracias) susurrado, una oración silenciosa, una mano que da una palmada en el hombro o un gesto de alivio.
Recuerdos que no se olvidan
"Durante la evacuación de pacientes del norte de Gaza, la capacidad limitada de la ambulancia significaba que sólo un miembro de la familia podía acompañarlos. Esto hacía que los padres tuvieran que tomar la angustiosa decisión de a quién enviar, teniendo en cuenta que a menudo sólo permitían ir a niños o a mujeres. Observar estas despedidas fue increíblemente desgarrador, pues sabían que podría ser la última vez que veían a sus hijos. Vi a los padres ocultando su tristeza con coraje y resistencia. Su capacidad para aferrarse a la esperanza y mantener su humanidad frente al sufrimiento implacable permanecerá conmigo para siempre", rememora Jones.
El paso por los puestos de control israelíes también ocasionó situaciones muy tensas, explica la trabajadora humanitaria: "El miedo en los rostros de pacientes y familiares era palpable, miraban al suelo y viajaban en silencio. La tensión era tan intensa que casi se podía ver. Las fuerzas israelíes podían abrir la puerta trasera de la ambulancia, abrir fuego o dejarnos pasar".
Del desplazamiento al fútbol
Laura Jones también recuerda a X, una anestesista de 24 años a la que conoció en el Punto de Estabilización de Trauma de la Media Luna Roja Palestina en Khan Yunis. "Ella, sus padres y sus cinco hermanas habían sido desplazados por el conflicto a una tienda de campaña donde vivían todos.
Ella me enseñó cultura local y me dio lecciones de árabe y yo, a cambio, a jugar al fútbol. Junto a otras compañeras, fundaron el primer club femenino de la Media Luna Roja Palestina. Esto demostró que incluso en tiempos difíciles, cuando existen muchas barreras, se puede fomentar la comunidad a través de experiencias compartidas".
Vivir bajo amenaza
Héroes del día a día que soportan dificultades "inimaginables", como las califica Jones, quien destaca de ellos su "resiliencia, solidaridad y esperanza en medio de la devastación".
En Gaza "cada día es una lucha por la supervivencia, las familias deambulan por calles llenas de escombros y con la constante amenaza de ataques aéreos cerniéndose sobre ellas. Sin embargo, hay poderosos momentos de esperanza y los niños encuentran formas de sonreír y jugar. Las comunidades se unen, comparten los escasos recursos que tienen y se apoyan mutuamente. La verdadera historia de Gaza es la de una extraordinaria resiliencia humana".
Efectos en la salud mental
Pero ¿cómo afecta una guerra como esta a la mente de las personas? Según la trabajadora humanitaria, tiene "efectos profundos que a menudo se convierten en graves traumas psicológicos, desde el trastorno de estrés postraumático hasta depresión y ansiedad, hasta el punto de afectar la capacidad de funcionar e integrarse en la vida posconflicto. La constante amenaza de violencia, la pérdida de seres queridos y la destrucción de hogares se cobran un alto precio en la psique humana".
Y es que, según Jones, "el miedo, el hacinamiento y el hambre desempeñan un papel importante en el sufrimiento, pero lo peor es la incertidumbre y la imposibilidad de irse de allí por no tener el dinero necesario para hacerlo". Relata la siguiente conversación con un amigo: "¿Cuál es el coste de una vida, Laura? Para salir de Gaza dentro de un mes tenemos que pagar 5.000 dólares. Si queremos irnos mañana, cuesta mucho más: 9.000, 10.000, 11.000 dólares".
En Gaza el aire está lleno de polvo, y las explosiones distantes y el zumbido siniestro de los drones están siempre presentes. Según dice Jones, uno debe ponerse una armadura física y mental para sobrevivir en el día a día, pues "ningún lugar es realmente seguro".
Las mujeres se llevan la peor parte
Como en toda guerra, la situación es especialmente difícil para las mujeres, que han visto cómo el conservadurismo creciente ha hecho mella en sus vidas. Según cuenta la médico, "el prolongado conflicto ha intensificado los roles tradicionales de género y se espera que las mujeres den prioridad a las tareas domésticas y el cuidado, y se aparten de la vida pública y la toma de decisiones. A eso se añade la existencia de mayores restricciones a la movilidad, lo que las ha llevado a quedar confinadas en sus hogares. La violencia de género, el acoso sexual y la explotación han aumentado".
